divendres, 19 de gener del 2024

 La Ocupación

Ojalá algún día liberarse de tal manera sobre él. (siempre es sobre él. V.)

Todos mis pensamientos y acciones estaban completamente colonizados. 

Contemplaba desde fuera la superioridad compensadora que habría podido encontrar frente a esa mujer, en ciertas ocasiones sociales, por el reconocimiento de mi trabajo. Ese imaginario de los otros, su mirada, que tan reconfortante resulta figurarse, calcular, que tanto halaga la vanidad, no tenía ningún poder contra su existencia. En ese vaciado de uno mismo que son los celos, que transforma toda diferencia con el otro en inferioridad, no era solo mi cuerpo, mi cara, los que resultaban devaluados, sino también mis actividades, todo mi ser. Llegaba hasta sentirme mortificada porque podía ver en casa de la otra mujer la cadena de televisión Paris-Première que yo no captaba. Y me parecía una prueba de distinción intelectual, una señal superior de indiferencia por las cosas prácticas, que no supiera conducir y que nunca se hubiera sacado el carnet, a mí, que fui feliz de poder obtenerlo a los veinte años para ir a ponerme morena a España como todo el mundo. 


El único momento de júbilo era cuando me imaginaba que la otra mujer descubría que él seguía viéndose conmigo, (...). Sentía una gran relajación física, me sumergía en la beatitud de la verdad revelada. Por fin el sufrimiento cambiaba de cuerpo. Por un momento soltaba el lastre de mi dolor al imaginar el suyo. 


Sin duda, el mayor sufrimiento, como la mayor dicha, viene del otro. Entiendo que algunos lo pongan en duda y se esfuercen por evitarlo amando con moderación, privilegiando un acuerdo de intereses comunes, la música, el compromiso político, una casa con jardín, etc., o multiplicando las parejas para practicar sexo, considerándolas como objetos de placer sin conexión con el resto de la vida. 


    La Resignificación;
Todas sus frases eran materia de desciframiento constante, de interpretaciones que, al ser imposibles de verificar, se convertían en un auténtico suplicio. Las que, en un principio, me pasaban desapercibidas, surgían por la noche para torturarme con un sentido repentinamente claro y desesperante. La función de intercambio y de comunicación que se atribuye en general al lenguaje pasó a un segundo plano, sustituida por la de significar, y significar solo una cosa, el amor de él por ella o por mi. 


(...) "aceptas la sujeción de esa mujer como nunca habrías aceptado la mía". Esa verdad me parecía más irrefutable aún por el hecho de que estaba lastrada por el deseo de herir, de obligarlo a rebelarse contra una dependencia que yo le evidenciaba. Me satisfacían mis palabras cuidadosamente elegidas, mi formulación concisa, y me habría gustado proferir de manera fulgurante la frase "asesina", transportar mi réplica estudiada, perfecta, del teatro del imaginario al de la vida. 


    La disolución del significado de las cosas en el tiempo:
Hacer algo absolutamente, y hacerlo en el acto sin soportar la menor dilación. Me sentía dominada por esa ley de la urgencia que caracteriza los estados de locura y de sufrimiento. Tener que esperar a la siguiente llamada telefónica para soltarle la verdad que acababa de descubrir y formular me resultaba insoportable. Como si esa verdad pudiera dejar de serlo a medida que pasaban los días. 
Al mismo tiempo, estaba la esperanza de deshacerme de mi dolor por una llamada de teléfono, una carta, la devolución de nuestras fotos juntos, para terminar, definitivamente, con esa obsesión. Pero también, quizá, en el fondo el deseo de no lograrlo, de conservar ese sufrimiento que, entonces, hacía que el mundo adquiriera un sentido. Puesto que la verdadera finalidad de aquellos gestos era obligarlo a reaccionar y a mantener así una relación dolorosa. 


[Yo siempre he esperado muchísimo del placer sexual, aparte del placer en sí. El amor, la fusión, lo infinito, el deseo de escribir. Lo mejor de cuanto llevo conseguido hasta hoy creo que es la lucidez, una especie de visión del mundo súbitamente sencilla y despojada de todo sentimentalismo. ]


    El dolor (siempre desproporcionado pensando en él.)
Tumbada bocabajo, percibí debajo de mí, en forma de alucinaciones, unas palabras que tenían la consistencia de las piedras, de las tablas de la ley. Sin embargo, los signos danzaban y se juntaban, se dislocaban como los que flotan en la famosa sopa de letras. Tenía que atrapar costara lo que costara, aquellas palabras, eran las que necesitaba para liberarme, no había otras. Tenía miedo de que se me escaparan. Hasta que no las escribiera, permanecería presa de la locura. 


    La escritura (el acto)
Escribir ha sido una manera de salvar lo que ha dejado de ser mi realidad, es decir una sensación que se apoderaba de mí de la cabeza a los pies en la calle, pero que se ha convertido en "la ocupación", un tiempo circunscrito y concluido.

He acabado de extraer las figuras de un imaginario librado a los celos, de los que fui presa y espectadora, de clasificar los tópicos que proliferaban sin control posible en mi pensamiento, de escribir toda esa retórica interior espontánea, ávida y dolorosa, destinada a obtener a cualquier precio la verdad, y la felicidad. He conseguido llenar con palabras la imagen y el nombre ausentes de la que, durante seis meses, siguió maquillándose, acudiendo a sus clases, hablando y corriéndose sin pensar que también vivía en otro lugar, en la cabeza y en la piel de otra mujer. 




me cuesta dejar de leer a a.e.. almaceno sus libro como si fuera mi propio pensamiento. yo incapaz de generar uno propio ya que me lo ha colonizado la misma obsesión. leo y releo todos sus libros, convenciéndome a mi misma de que no soy la única loca en el mundo. su pensamiento ha justificado toda mi forma de ver. su literatura me ha formado como persona. sus ideas se han convertido en propias. intento aprenderme de memoria sus libros, de esta manera me conozco mejor y, lo mas importante, empiezo a entender a esa persona.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada